Al principio...


Vivimos, o así me parece, una época un tanto convulsa y necesitamos o mejor: necesito obligarme al ejercicio gimnástico, y no precisamente al estético sino al ético. Necesito hacer ejercicio de prudencia, de templaza, de fortaleza, de responsabilidad, de rigor, de entereza, aunque también de arrojo, de esfuerzo, de audancia, de ardor y de quién sabe cuantos otros "músculos" que pueda tener atrofiados. Este espacio, esta "quinta columna" tiene vocación de "banco gimnástico" y por más barbaridades que escupa o vomite, tibiezas por los que me deje llevar o lisonjas merecidas o inmerecidas regale, será mi cuerpo, será mi alma la que habrá de sufrir o gozar. ¿Religión, filosofía, salud mental? Que cada cual coja su "banco" o su cruz y participe con ilusión de la olimpiada de la vida.



sábado, 27 de agosto de 2011

Se buscan líderes para nueva era.


Antes que después todo termina por agostarse y los indicios son altamente preocupantes. No creo que ya, haya llegado la hora en la que nuestro paciente planeta tierra sea incapaz de atender nuestras necesidades. Una simbiosis no exenta de dolor nos acompaña desde el principio de los tiempos a hombre y Tierra. Esta se ofrece generosa pero nos reclama esfuerzo, sacrificio, inventiva, sabiduría y gratitud. El amor está exento de esta relación, porque el amor no se exige se ofrece desinteresadamente. Ante esta perspectiva de abundancia, cualquier espectador alejado de nuestro globo terráqueo, le sorprendería las infinitas carencias de algunos pueblos, la belicosidad, la soberbia, enormes diferencias que ensombrecen la vida de los seres humanos. De nuevo un país de África hace que el rubor, la vergüenza se instale en nuestros rostros como signo de culpa. Y de nuevo se escribirán promesas en grandes titulares acompañados de letra chica más propia de la misiva de un secuestro o un chantaje. En este nuestro Jaén vivimos sumidos en nuestras propias angustias –que no son pocas- pero a pesar de ello no somos indiferentes a los agudos dolores de las terribles hambrunas. Aún así, nuestra impotencia y nuestra rabia se hace patente ante la falta de trabajo que nos permita sobrevivir sino, además, ser solidarios de forma efectiva. Aquella antigua maldición divina, hoy es objeto de deseo y veneración: trabajo, y hoy, más que nunca, se buscan líderes o dirigentes que rebosen ideas, que contagien optimismo, que transluzcan honestidad y se conduzcan por amor.

viernes, 12 de agosto de 2011

Ciudad en llamas.


No hace falta nada más que una pequeña cerilla para que un pavoroso incendio arrase miles y miles de hectáreas. No hace falta nada más que un casi imperceptible acontecimiento para que la indignación, la ira o expresiones mas radicales de vandalismo se extienda de forma inesperada en cualquiera de nuestras ciudades europeas o de otros continentes. Tras el –a veces- dramático o luctuoso acontecimiento hay de los que se quedan analizando o recriminando a las víctimas o a los protagonistas de los sucesos. Así todo una suerte de descalificativos (posiblemente con razón) se desparraman cual vómito intentando contraponer a la ira con más ira. Los últimos sucesos del Reino Unido, bien pueden pasar en cualquier parte, incluidas alguna ciudad de nuestro suelo patrio. Sólo hace falta un detonante, a veces casual, para que la violencia se apodere de barrios aparentemente tranquilos aunque con reconocida tensión. A lo que voy, no pretendo justificar ni disculpar actos vandálicos ni a los que ejercen de vándalos; ahora bien, en un incendio, sin duda alguna la cerilla tiene su intervención, pero la rápida propagación y la causa del desastre la origina la ausencia de las medidas preventivas necesarias (limpieza del bosque, cortafuegos, etc). Sería una solemne majadería echarle la culpa a los árboles porque están muy secos o a los pastos que crecen desordenadamente a su alrededor. Por eso cuando veo al primer ministro ingles o a cualquier otro español criminalizar a los que sufren la sequía y el abandono, se me recuecen las entrañas.

Publicado en Diario Jaén 12/08/2011