Publicado en Diario Jaén del día 18 de noviembre de 2011
Hoy, aunque todos apuren el vaso de la campaña electoral hasta la última hora, no seré yo el que intente convencerles sobre cual tiene que ser el sentido de su voto. Seguro que ya, la razón o el sentimiento habrán forjado en cada uno de nosotros una decisión o una indecisión. Pase lo que pase me interesa el día después, el lunes, y no lo digo por los cientos de testimonios felices o airados que escucharemos, dando traducción a los resultados electorales. Con todo respeto ante los que se expresen como su conciencia o razón les de a entender, explicando las claves del éxito o el fracaso, he de decir que no me interesa las opiniones sobre el pasado inmediato, o sea los resultados. El día después, aquel en el que nos preguntemos qué será de nosotros el día de mañana, tiene que venir preñado de promesas, deseos, afanes por realizar, tal vez sueños por vivir. Habremos de poner en juego todos nuestros activos personales, la situación no es para menos. Los políticos habrán de redoblar sus esfuerzos, pero también los expertos en economía, los emprendedores tendrán que estrujarse las meninges o sacar valor de donde lo hallen para que toda la trama productiva de nuestro país sea capaz de dar y sostener el bienestar de nuestro pueblo. No estará exento de responsabilidad el mundo de la ecología o el de cultura para hacernos reparar en el equilibrio y la belleza. Ni los que cultivan o profundizan en los valores de la justicia, la ética, la filosofía, la religión dejaran de esforzarse en vivir y a proponer formas que nos ayuden a superar la más nimia de las diferencias. Quizá todos los días debieran de ser lo mismo pero hay días que conviene recordarlo.