Al principio...


Vivimos, o así me parece, una época un tanto convulsa y necesitamos o mejor: necesito obligarme al ejercicio gimnástico, y no precisamente al estético sino al ético. Necesito hacer ejercicio de prudencia, de templaza, de fortaleza, de responsabilidad, de rigor, de entereza, aunque también de arrojo, de esfuerzo, de audancia, de ardor y de quién sabe cuantos otros "músculos" que pueda tener atrofiados. Este espacio, esta "quinta columna" tiene vocación de "banco gimnástico" y por más barbaridades que escupa o vomite, tibiezas por los que me deje llevar o lisonjas merecidas o inmerecidas regale, será mi cuerpo, será mi alma la que habrá de sufrir o gozar. ¿Religión, filosofía, salud mental? Que cada cual coja su "banco" o su cruz y participe con ilusión de la olimpiada de la vida.



sábado, 21 de enero de 2012

Vuelta a las cavernas




Hubo un tiempo -aunque no se lo crean- que hablar con un familiar desde una capital de provincia cómo Jaén, supongamos que a 300 kilometros de distancia, comportaba: salir de tu hogar, desplazarte a un lugar céntrico donde te despachaban unas señoritas que atendían al nombre de "operadoras", en el que había unos dispositivos que se llamaban cabinas que, al cabo de un buen rato de espera, podías introducirte por indicación de la subsodicha y poder hablar a voz en grito con tu ser querido al otro lado de la línea telefónica. Todo ello previo pago de la "conferencia" (así se llamaba la comunicación), cuyo coste era proporcional a la distancia y creo que no es necesario decir que costaba un "pico". 

Hubo un tiempo en la que leer un libro suponía mas o menos lo siguiente: haber cursado alguna carrera de humanidades para tener alguna idea aproximada sobre qué clásico de la literatura leer, posterior tener la fortuna de vivir en una ciudad que contara con una buena biblioteca, que no te vieran los amigos y te dijeran aquello de "si ya me explico porqué no te sabes la alineación del Real Madrid";  salvo que leyeras a Marcial Estefanía de la Fuente o a Corín Tellado (segundo supuesto sólo reservado para las chicas), entonces no se metían contigo.

Hubo un tiempo en el que el cine costaba 12'5 pesetas en la sesión de "matine", en el que nuestro mayor disfrute era poder ver películas de Tarzán producidas 20 años antes o -en el extremo contrario- unas películas que como no te "fumaras" la última clase del instituto nocturno, no llegabas a tiempo para verlas; las llamaban "de arte y ensayo", algunas de ellas en versión original (francés), de lo que huelga decir no teníamos ni idea. 

Hubo un tiempo en el que nuestros amigos más lejanos vivían dos calles más abajo. 

Hubo un tiempo en el que sólo escuchabamos música en las gramolas o en un horrible aparato que le llamaban "tragadiscos" y "disfrutabamos" de Camilo Sexto, Manolo Escobar, Los Diablos o Georgie Dann.

Hubo un tiempo en el que familiares emigraban a otros países y no lográbamos saber nada de ellos hasta transcurridos veinte años.

Hubo un tiempo en la que una reflexión como esta, solo hubiera tenido la oportunidad de leerla quién  la escribe y con el estómago encogido por miedo a ser amonestado o censurado. 


Y llegó el siglo XXI con su internet, con sus autopistas de la comunicación y pensamos vivir en un sueño. Nos comunicabamos con los nuestros en un abrir de ordenador. Conocimos cientos de ofertas cinematográficas, musicales, literarias. Nuestra intelecto supo de nuevos horizontes. Empezamos (los más mayores) a balbuceas nuevas lenguas. Conocimos a cientos de personas, nos reencontramos con viejos conocidos, hicimos amigos nuevos incluso de allende los mares. Nos emocionamos con el conocimiento de otros lugares, descubrimos que el mundo era grande, muy grande, inmenso, hermoso, incluso esas experiencias nos quitaron el miedo a viajar. 

Podría, sería interminable la lista de experiencias de contrastes que contar y que gracias al ingenio colectivo de la humanidad, al progreso de los pueblos, hemos podido conquistar como individuos. A todo esto si no le añadimos las cientos de experiencias como "la primavera árabe", o centenares de pequeñas noticias y movilizaciones que la red ha provocado.

Ahora siento la amenaza sobre este mundo en ciernes, para los mayores un sueño, para los más jóvenes todo un universo por conquistar. Dudosas legislaciones que pretende proteger a dudosas corporaciones y a dudosos individuos que quieren sumirnos en la oscuridad, en la pesadilla del aislamiento, del desconocimiento o el conocimiento de pago, en el horror de la vaciedad, en la vigilancia o la estulticia del Gran Hermano. SOPA, SINDE ... Yo más bien las llamaría "leyes marciales", aquellas que se aplicaban en los conflictos bélicos y que posibilitan la violación de la correspondencia o del domicilio, aquellas con las que amenazaban el derecho de reunión o de expresión. 

Termino, esto se está haciendo excesivamente largo. Nunca me manifestaré en favor de delincuentes estén en la RED, en las ENTIDADES FINANCIERAS, en los PARTIDOS POLÍTICOS o en los mismísimos GOBIERNOS.

viernes, 13 de enero de 2012

Un rayo de sol en el horizonte


Me gustaría en este año que estrenamos abandonar reflexiones con tono de lamento e instalarme en propuestas optimistas.  Me lo emplazo difícil, no por una cuestión temperamental sino porque el diario acontecer, la atmósfera que nos circunda es plomiza y no permite ver el sol. Las noticias con las que a diario nos desayunamos o cenamos son indigestas o venenosas y la calle emite cientos de señales de dolor y desánimo.

Vaya pues un esfuerzo. Los jóvenes europeos, nuestros jóvenes (que también lo son) andan construyendo un nuevo sistema personal de relaciones, impensable para los que ya andamos en edad madura. Sus posibilidades de comunicación lingüística, su carácter despierto, ávido por conocer y por encajar vital y profesionalmente, las facilidades que ha propiciado la implantación de políticas como el acuerdo de Schengen, el impacto de Internet y las redes sociales han hecho posible este novedoso estado relacional del que, además, se benefician chicos y chicas de provincias como la nuestra. Posiblemente nuestros jóvenes estén llevando a cabo el camino correcto, justo el inverso al que tanto hemos criticado de las instituciones europeas.  Estoy completamente seguro que sus relaciones humanas, de ocio, de conocimiento van a propiciar relaciones de mercado, posiblemente más sabias y más justas porque su génesis va a ser distinta.  Por consiguiente, sigamos apoyando todas y cada una de las iniciativas que propicien su encuentro, sin enredar más de la cuenta sólo como optimistas y esperanzados espectadores de un rayo de sol en el horizonte. 

domingo, 8 de enero de 2012

Sólo para empezar a pensar.




Mira por dónde, hoy averigüe de que iba ese pasaje evangélico, polémico para algunos pero quizá en estos días bastante revelador, os transcribo un trozo: “Jesús subió a Jerusalén. En el templo se encontró con los vendedores de bueyes, ovejas y palomas. También estaban allí, sentados en sus mesas, los cambistas de dinero. Jesús, al ver aquello hizo un látigo de cuerdas y echó fuera del templo a todos, con sus ovejas y bueyes. Tiró al suelo las monedas de los cambistas y volcó sus mesas. A los vendedores de palomas les dijo:-“Quitad esto de aquí. No convirtáis la Casa de mi Padre en un mercado”.

El atrio exterior había degenerado hasta convertirse, de “casa de oración” en lugar de negocios, de tráfico, de bolsa de cambio, mercado de ganado y ocasión de pingües ganancias para la nobleza judía, la alta clase sacerdotal y las clases dirigentes. Y todo esto bajo el pretexto de dar gloria a Dios con tantos sacrificios de animales. ¡Qué espectáculo más envilecido el que se encontraron los ojos de Jesús: Mugidos de bueyes, balar de ovejas,zureo de palomas asustadas, gritos de vendedores ambulantes, mendigos, una multitud abigarrada que tropezaba y se empujaba, suciedad, malos olores, colorismo de bazar oriental...

Un huracán llamado Jesús, dolorido, enardecido al ver semejante espectáculo irrumpe látigo en mano, presa de un fervor religioso-filial. Le quema la injusticia que están cometiendo allí los dirigentes espirituales con los “sin voz “, explotados por los mismos sacerdotes quienes, a cambio de sus ofrendas a Dios, devolvían simoníacamente el perdón de los pecados y la protección divina. Sencillamente, engañaban al pueblo llano con lo cultual y sagrado.

Premio para quién haya llegado hasta aquí.

NUESTRA SOCIEDAD ACTUAL Tiene también sus instituciones por ejemplo, La ONU, El Parlamento, La Administración de Justicia, el G8, la Comisión Europea, El Banco Mundial...etc. ¿Para qué han sido creadas? ¿Cumplen todas sus objetivos? o bien encontramos también en ellas corrupción, intereses de poder, de ambición? ¿Hay reacciones por parte de la gente contra esas desviaciones? ¿Sirven para algo esas acciones?

Y ahora, especial para amigos desilusionados. Sí, en efecto, muchos de tus líderes, de tus dirigentes, de tus “secretarios generales” han hecho de esa casa del pueblo un mercado de lo más deleznable. Aquí no hay Jesús físico que venga a denunciar el hecho, es más aunque hubiera venido tal vez hubiera ocurrido lo mismo que ocurrió en Jerusalén, tras el suceso, todo continuó igual. Bueno no, no continuó igual, al tiempo los romanos conquistaron el poder y arrasaron el Templo.

No hay moraleja sólo una enorme preocupación.