Al principio...


Vivimos, o así me parece, una época un tanto convulsa y necesitamos o mejor: necesito obligarme al ejercicio gimnástico, y no precisamente al estético sino al ético. Necesito hacer ejercicio de prudencia, de templaza, de fortaleza, de responsabilidad, de rigor, de entereza, aunque también de arrojo, de esfuerzo, de audancia, de ardor y de quién sabe cuantos otros "músculos" que pueda tener atrofiados. Este espacio, esta "quinta columna" tiene vocación de "banco gimnástico" y por más barbaridades que escupa o vomite, tibiezas por los que me deje llevar o lisonjas merecidas o inmerecidas regale, será mi cuerpo, será mi alma la que habrá de sufrir o gozar. ¿Religión, filosofía, salud mental? Que cada cual coja su "banco" o su cruz y participe con ilusión de la olimpiada de la vida.



miércoles, 14 de noviembre de 2012

En el día de la huelga.

En un día como hoy es muy difícil sustraerse de la realidad en la que vivimos. Un país en huelga no es un acontecimiento de diario. Aunque a sensu contrario, el cotidiano vivir, si se está convirtiendo en un acontecimiento. Hoy, pase lo que pase, participe quién participe en la huelga, no será suficiente para conocer el profundo malestar, las necesidades inmediatas del conjunto de los ciudadanos y, entre ellos, los más desfavorecidos. Hoy la hipocresía y el desprecio se hará dueño de las pantallas, de los micrófonos, las ondas inundarán el espacio de palabras huecas, vanas, y hasta las cifras perderán su valor en balances o balanzas amañadas. Esta noche todos serán felices, excepto nosotros, los de pie en obra, de los que su situación para nada cambió, como era de esperar, o sí, cambió, el descuento de la nómina, estrechará los márgenes para seguir ayudando a ese próximo-prójimo o familiar que precisa de nuestra solidaridad y no de palabras vacuas.
  
Hagas lo que hagas, estés en huelga o no lo esté, no te rindas, sigue pensado en el cómo librarnos, no de nuestra mala estrella, sino de toda esa panda de desalmados, despostas, avariciosos que antes y después, ayer y hoy han hecho añicos nuestros sueños y los de nuestros hijos. 

Cáritas y crisis.


Sí, sé que me vas a decir que Cáritas es mucho más que eso. Lo sé, estuve algunos años al frente de las mismas en la ciudad de Jaén y sé de su sentido eclesial, al igual que si equivalente a justicia. Aunque, la percepción de muchos es que resucita Cáritas, que es tanto como decir vuelve la beneficencia. No sé si en tono peyorativo. Mira como yo lo veo: contamos, o contábamos con una especie de ejercito que había de enfrentarse a toda una pléyade de Jinetes de la Apocalipsis. El ejercito en cuestión, comandado por líderes políticos, económicos y también religiosos discurren en arduo debate de cómo afrontar la batalla de la crisis . Ellos, fuera del alcance del fuego enemigo, poseedores del avituallamiento y la intendencia, han ido dejando caer línea tras línea a las exiguas y hambrientas fuerzas del tercer sector, de la economía social y de todos aquellos pequeños emprendedores (más parecidos todos ellos a románticos guerrilleros). Mientras, el ejercito profesional: políticos, banqueros, patronal se pertrecha cobarde y bien alimentada. ¿Qué dónde esta Cáritas en esta batalla? Cáritas es el último reducto, su meritoria labor es intentar hacer sobrevivir a la indefensa población, Pero no da un paso adelante y quizá –tal vez complacida en hipócritas lisonjas, no hace aquello para lo que en realidad fuese destinada: LA DENUNCIA PROFÉTICA.