Al principio...


Vivimos, o así me parece, una época un tanto convulsa y necesitamos o mejor: necesito obligarme al ejercicio gimnástico, y no precisamente al estético sino al ético. Necesito hacer ejercicio de prudencia, de templaza, de fortaleza, de responsabilidad, de rigor, de entereza, aunque también de arrojo, de esfuerzo, de audancia, de ardor y de quién sabe cuantos otros "músculos" que pueda tener atrofiados. Este espacio, esta "quinta columna" tiene vocación de "banco gimnástico" y por más barbaridades que escupa o vomite, tibiezas por los que me deje llevar o lisonjas merecidas o inmerecidas regale, será mi cuerpo, será mi alma la que habrá de sufrir o gozar. ¿Religión, filosofía, salud mental? Que cada cual coja su "banco" o su cruz y participe con ilusión de la olimpiada de la vida.



lunes, 1 de abril de 2013

Religión en las aulas




No están los tiempos como para “no hacer nada”. En efecto, me parece un insulto para la inteligencia y una falta de respeto para el ser humano hurtar de cualquier proceso pedagógico, conocimientos y experiencias que ayuden a formar a seres humanos con aspiración a ser personas. Algunas de las caricaturescas alternativas habidas a la asignatura de la religión no hacen a esta buena,. al igual que desafortunadas experiencias, especialmente del pasado reciente, hacen mala a ésta. La asignatura de Religión en mi bachiller fue impartida por el sacerdote Carmelo Iríbar, y mi recuerde de él es entrañable. En un Colegio duro, como él ya desaparecido San Agustín en Jaén, este hombre portaba y transmitía valores dignos de encomio y los envolvía y explicaba desde la fe católica. No todo el mundo puede contar experiencias positivas, pero aunque así fuere, no sería legítimo hurtar a nuestros niños y jóvenes de la formación religiosa. Aunque no estaría de más una generosa revisión de los contenidos de aquellos que –tanto desde la laicidad como desde lo religioso- pretenden, de buena fe, ofrecer una robusta formación a nuestros jóvenes. Todo menos la improvisación, la ocurrencia o la negligencia. Tenemos un pasado rico en experiencias, donde la religión ha hecho mucho por la formación, quizá sea el momento de devolver el favor. Claro que, hasta para recibir, hace falta ser muy generoso.

PROPUESTAS VITALES PARA SALIR DE LA CRISIS.




Hace algunos años me sorprendió hasta la perplejidad un juego de “rol” con el que se divertían unos chicos. el usuario tiene un reto por delante: conquistar o ganar algo y vencer obstáculos, ya sea “matando zombies” o superando otro tipo de inconvenientes. A lo largo del juego se dispone de una serie de “armas” o “refuerzos” que facilitan el progreso del protagonista. Cual mi sorpresa, los recursos extraordinarios no eran otros que paquetes u objetos que simbolizaban la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza. Sí, las virtudes cardinales. De la sorpresa a la comprensión.

En efecto, las virtudes forman parte del contexto religioso, lo extraordinario, en este caso, es haber transcendido el mismo de forma tan peculiar. Atisbo cierta avidez de ir al encuentro de valor, ojala o quede sólo en el estadio de lo épico. Tal como está el patio (les ahorro referencias) es preciso poner de relieve ya sea virtudes o actitudes que hagan de la vida de los jóvenes y adultos algo digno de ser vivido. Los referentes y los valores siempre son importantes. Salvando las distancias, algunos juegos de rol aspiran a ser actualizadas novelas épicas. Aunque la cuestión, a mi juicio, es que siempre habrá quién busque una vida más recia y no se resigne al panorama actual donde las “armas” del juego son la hipocresía, la corrupción, la avaricia y la perversión.

Escéptico, que no descreído.




Ante tesituras como esta me tienta empezar invocando esa última escena de la película Blade Runner:. “Yo he visto cosas que vosotros no creeríais: atacar naves en llamas más allá de Orión. ....” En efecto he visto cosas que me hacen ser tremendamente escéptico. Me gustaría creer en algunas mínimas bondades. ¿Quién se resistiría a tu propuesta “por una educación libre, gratuita y de calidad”? Yo desde luego que no. Respecto a la economía de costes, ambos sabemos que no es el fondo del asunto. Sobre la elección del colegio concertado o público en función de la instrucción académica de los padres. Mis hijos han estado en ambas opciones. La decisión adoptada en mi familia, han estado relacionadas con la proximidad del centro escolar, a sabiendas -claro está- que el centro era gratuito y los profesores gente seria y comprometida con su oficio. Y sobre esta última cuestión, creo estar en condiciones de opinar que los maestros -por lo general, y de Jaén, que son los que conozco- así lo son. ¡Ah! y vuelvo a lo anterior: si papa y mama con formación universitaria no envían a su niño -que digo yo- a un colegio público situado en el Barrio de la Magdalena, estoy seguro que es simple y llanamente porque no es su entorno vecinal próximo, aunque el colegio fuera una maravilla (como me consta los hay). Por el contrario, un vecino de este barrio no tendría inconveniente alguno -si así se lo autorizaran- a enviar a su niño a la otra punta de Jaén. Seguro que nuestros amables lectores poseen la conclusión al enigma. Termino. El fondo de la cuestión, en parte, tu lo expresas, es de gestión y yo añadiría, de credibilidad de nuestros líderes políticos y religiosos. ¡Ah! Ojala la discusión fuera por motivos ideológicos, éticos o de fe.

Desempleo juvenil


Hacer un par de días Eurostat, la oficina estadística europea, una vez más, aumentaba las
razones para la angustia y pesimismo. E desempleo juvenil sigue en alza: en España, el 57,6% de los menores de 25 años está en paro. Se trata de una cifra récord sólo igualada por Grecia, cuya tasa de desempleo juvenil es también del 57,6%.

En el conjunto de la Unión Europea, es del 22,2 % y las tasas más bajas de desempleo entre
la gente joven se registraron en Alemania (8,1%), Austria (9%) y Holanda (9,7%).

No sé lo que están haciendo en esos países o en el resto de Europa, me imagino o constato
que la crisis ha empobrecido a todos, o eso quiero creer. En cualquiera de los casos -y a losdatos me remito- al menos, parece que a los jóvenes no los han dejado tirado tal cual vulgar colilla. Aquí, en España, el dato produce algo más que escalofrío,produce pavor.

No soy capaz de entenderlo. Por momentos, me da la sensación, tal como si a quién le corresponda, hubiera tirado la toalla. Que emigren, hala que marchen, que se busquen la vida por ahí, así aliviarán la presión de las cifras, así hasta puede parecer que hemos hecho algo.

Por otra parte, incrementar la edad de jubilación significa simple y llanamente taponar la posibilidad de incorporarse a los escasos puestos de trabajo existentes. Por no hablar de lo incompresible que resulta explicarse cómo es posible que personas que han cruzado ya el umbral de los 60 años y por lógica biológica sus facultades van en declive y su nivel de riesgo a enfermar va en aumento, se les retire o disminuya distintos recursos de protección de la salud, a la vez que se les obligue a que mantengan a sus hijos, esos que engrosan las cifras antedichas.

De verdad, que me lo expliquen. Sé que vivimos tiempos de escasez, se que nos toca pagar los platos rotos que unos y otros destrozaron en sus fiestas. Se que nos toca hacer esfuerzos, pero sigo sin poder explicarme cómo los más ricos están consumiendo y permitiéndose más lujos que nunca (no es una expresión gratuita a las estadísticas de venta de coches de lujo me remito, entre otras) y las clases medias y los más pobres se han empobrecido (valga la redundancia) más allá de todo límite razonable.