Al principio...


Vivimos, o así me parece, una época un tanto convulsa y necesitamos o mejor: necesito obligarme al ejercicio gimnástico, y no precisamente al estético sino al ético. Necesito hacer ejercicio de prudencia, de templaza, de fortaleza, de responsabilidad, de rigor, de entereza, aunque también de arrojo, de esfuerzo, de audancia, de ardor y de quién sabe cuantos otros "músculos" que pueda tener atrofiados. Este espacio, esta "quinta columna" tiene vocación de "banco gimnástico" y por más barbaridades que escupa o vomite, tibiezas por los que me deje llevar o lisonjas merecidas o inmerecidas regale, será mi cuerpo, será mi alma la que habrá de sufrir o gozar. ¿Religión, filosofía, salud mental? Que cada cual coja su "banco" o su cruz y participe con ilusión de la olimpiada de la vida.



martes, 4 de octubre de 2011

Grandes hombres

En días pasados me enteraba de la noticia de la jubilación del sacerdote Ramón López Pozas. Me emocionó. El recuerdo de su rostro me hizo regresar tiempo atrás con nostalgia. Décadas de los 70 y 80. Este, un servidor, por aquellos entonces un jovencito, tuvo el privilegio de ser forjado -entre otros- por algunos grandes hombres. En esta cita, mi deseo, es mencionar a cuatro curas instalados precisamente entre los 70 y los 80 años, me refiero al mencionado Ramón López, Manuel Peña, Tomás Colmenero y Bernardo Velasco. Unos, casi un paso fugaz en mi vida y otros más instalados en el tiempo, como el caso de Bernardo que me acompañara en el entierro de mi padre, fuera testigo de excepción en mi matrimonio e incluso bautizara a mis tres hijos. En fin, que cuando recapitulo sobre mi existencia, no puedo por más que hacerlo con los ojos húmedos y agradecido por aquellos que se dejaron parte de sí en mí y a cambio nada pidieron. Si tuviera que distinguir en ellos virtudes comunes, diría: su honestidad, su pasión, su entrega y entre las salpicadas a unos y otros: la humildad, la socarronería, una brillante inteligencia o una delicada expresión de piedad. Todas ellas contribuyendo a edificar sus envidiables y personales “fe´s”. Hombres que han manifestado sin ocultar todas sus aristas y su humana naturaleza con esplendor y con sencillez. Hombres que sin pretenciosidad alguna, contribuyeron y siguen contribuyendo en la forja de otros hombres y mujeres de los que se espera colaboren en la construcción de un mundo más justo, más honesto, más pacífico. Por extraño que suene, así de sencillo.

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