Al principio...


Vivimos, o así me parece, una época un tanto convulsa y necesitamos o mejor: necesito obligarme al ejercicio gimnástico, y no precisamente al estético sino al ético. Necesito hacer ejercicio de prudencia, de templaza, de fortaleza, de responsabilidad, de rigor, de entereza, aunque también de arrojo, de esfuerzo, de audancia, de ardor y de quién sabe cuantos otros "músculos" que pueda tener atrofiados. Este espacio, esta "quinta columna" tiene vocación de "banco gimnástico" y por más barbaridades que escupa o vomite, tibiezas por los que me deje llevar o lisonjas merecidas o inmerecidas regale, será mi cuerpo, será mi alma la que habrá de sufrir o gozar. ¿Religión, filosofía, salud mental? Que cada cual coja su "banco" o su cruz y participe con ilusión de la olimpiada de la vida.



miércoles, 14 de noviembre de 2012

En el día de la huelga.

En un día como hoy es muy difícil sustraerse de la realidad en la que vivimos. Un país en huelga no es un acontecimiento de diario. Aunque a sensu contrario, el cotidiano vivir, si se está convirtiendo en un acontecimiento. Hoy, pase lo que pase, participe quién participe en la huelga, no será suficiente para conocer el profundo malestar, las necesidades inmediatas del conjunto de los ciudadanos y, entre ellos, los más desfavorecidos. Hoy la hipocresía y el desprecio se hará dueño de las pantallas, de los micrófonos, las ondas inundarán el espacio de palabras huecas, vanas, y hasta las cifras perderán su valor en balances o balanzas amañadas. Esta noche todos serán felices, excepto nosotros, los de pie en obra, de los que su situación para nada cambió, como era de esperar, o sí, cambió, el descuento de la nómina, estrechará los márgenes para seguir ayudando a ese próximo-prójimo o familiar que precisa de nuestra solidaridad y no de palabras vacuas.
  
Hagas lo que hagas, estés en huelga o no lo esté, no te rindas, sigue pensado en el cómo librarnos, no de nuestra mala estrella, sino de toda esa panda de desalmados, despostas, avariciosos que antes y después, ayer y hoy han hecho añicos nuestros sueños y los de nuestros hijos. 

Cáritas y crisis.


Sí, sé que me vas a decir que Cáritas es mucho más que eso. Lo sé, estuve algunos años al frente de las mismas en la ciudad de Jaén y sé de su sentido eclesial, al igual que si equivalente a justicia. Aunque, la percepción de muchos es que resucita Cáritas, que es tanto como decir vuelve la beneficencia. No sé si en tono peyorativo. Mira como yo lo veo: contamos, o contábamos con una especie de ejercito que había de enfrentarse a toda una pléyade de Jinetes de la Apocalipsis. El ejercito en cuestión, comandado por líderes políticos, económicos y también religiosos discurren en arduo debate de cómo afrontar la batalla de la crisis . Ellos, fuera del alcance del fuego enemigo, poseedores del avituallamiento y la intendencia, han ido dejando caer línea tras línea a las exiguas y hambrientas fuerzas del tercer sector, de la economía social y de todos aquellos pequeños emprendedores (más parecidos todos ellos a románticos guerrilleros). Mientras, el ejercito profesional: políticos, banqueros, patronal se pertrecha cobarde y bien alimentada. ¿Qué dónde esta Cáritas en esta batalla? Cáritas es el último reducto, su meritoria labor es intentar hacer sobrevivir a la indefensa población, Pero no da un paso adelante y quizá –tal vez complacida en hipócritas lisonjas, no hace aquello para lo que en realidad fuese destinada: LA DENUNCIA PROFÉTICA.

lunes, 29 de octubre de 2012

El chapapote de la pobreza.


La pobreza ha dejado de afectar a una minoría, se ha extendido y en estos momentos se encuentra al alcance de todos. Se extiende como una gran mancha de chapapote que lleva sufrimiento, desolación y muerte para el presente y aspira perpetuarse en el futuro. Hace pocos días se recordaba el infeliz aniversario del desastre del Prestige. La mancha de la pobreza se extiende sin contención, sin freno; tiene vida propia, incluso da la impresión que es alimentada para que siga extendiéndose. Frenar esta enorme catástrofe supone una enorme cantidad de esfuerzos, recursos, energía, y por lo que se ve, no forma parte de las prioridades de nuestros gobiernos algo tan preciado como la vida –sí, la vida- de los atrapados en la mancha de la miseria. Curiosamente, tras este imponente naufragio, la “naviera”, la patronal del gobierno europeo, sólo está interesada en “salvar” a los más aptos. Así, legiones de nuestros jóvenes son obligados a emigrar para malvivir, mientras a los mayores nos amplían la edad de jubilación y a los desheredados se dejan a su suerte. Toda una maquiavélica estrategia para no hacer nada, para que la “mancha” desaparezca sola. Ni un ápice de esfuerzo,  ni una modesta inversión para salvar, poner en valor el territorio, las personas, los recursos ingentes o modestos, ahogados por el chapapote de la miserable ambición de los grandes de las finanzas.  Es necesario establecer límites, si se quiere evitar que esa gran marea negra que es la desigualdad, la pobreza y la exclusión perduren durante las próximas décadas.

fotografía de ©2012 Samuel Aranda/The New York Times

lunes, 24 de septiembre de 2012

Desarmados y desalmados.


Siendo grave, importante, dolorosa la situación derivada de la crisis, no es menos grave, dado que posiblemente sea consecuencia de lo anterior, el estado anímico de la población. Una parte importante de la misma estamos instalados en una inmanejable y creciente depresión que aumenta día a día ante la incertidumbre del presente y futuro inmediato. Una depresión que nos desarma y desalma, que embota los sentidos, devora el ánimo, la capacidad de invención, de superación; y que, por otra parte, en efecto, desalma. Porque tal como lo veo, es frecuente ver mas desalmados, gente sin alma que se crecen en las zonas de conflicto de dolor, de desesperanza. Estos desalmados figuran en las nóminas de aquellos que ejercen o aspiran a algunas forma de poder o dominación. Baste un paseo por el Facebook para ver a los desalmados de nuevo cuño que espumean bilis y rabia por sus boquitas, expresando odios, hostilidades, animosidades sin tregua ni cartel, brindan por la muerte de aquél, o la desgracia de aquélla, se regocijan en el pesar general siempre que ello beneficie a su grupúsculo. Mientras, un ejercito de desarmados se refugia en el hogar o marcha exiliado al extranjero. Hombres y mujeres, jóvenes y mayores, dejados a la intemperie, en un barco sin rumbo y con las provisiones al límite. Pronto pugnando entre sí por un trozo de pan. ¿Apocalíptico? Dichoso aquel que hoy ande por España sin un nudo en el estomago temiendo por él o por uno de los suyos. Lo más grave es que –como dicen en una serie de actualidad- "se acerca el invierno" acerca.

viernes, 24 de agosto de 2012

Que me lo expliquen.


Hace algunos años compre una pequeña instalación de placas solares. Las mismas estaban subvencionadas con fondos europeos con el 50% del valor. Tras unos cuantos papeles que gestionó la misma empresa instaladora, tenía yo mi flamante equipo. Todo tecnología alemana. La pregunta que quiero formularles es la siguiente ¿a quién subvencionaron? ¿A mí, o tal vez a la fábrica alemana?. Sí, quedó como que yo era el “beneficiario”. Bien, pasemos a otro producto europeo –porque es europeo faltaría más- nuestro aceite. ¿A quién subvencionan? Sí, mire usted por donde, al vendedor. ¿Qué nos interesaría? En efecto, imagínense que subvencionaran al comprador de aceite con un descuento del 50%. Esto sería como en el mercadillo “vamos que me lo quitan de las manos” Pues esta es nuestra triste historia en estos últimos tiempos. En el fondo subvencionan a la industria alemana pero con tanta habilidad y astucia que los que son “subvencionados” somos nosotros. Curiosamente, cuando es al contrario y somos nosotros los vendedores, nuestra industria agrícola es la subvencionada. Podríamos hablar de otros productos que seguro están en la mente de todos (sopladoras, vibradoras, etc) pero tampoco es cuestión de ponernos peor el cuerpo.  Para más “inri”, los mandamases teutones nos hacen aparecer ante los trabajadores alemanes de gente indolente y vaga a la que le regalan el dinero. Y hasta aquí hemos llegado, les podríamos permitir que nos llamaran estúpidos, dado que nos dejamos tomar el pelo de manera natural, o un poco memos, porque confiamos en nuestros representantes políticos que son los que negocian estas “maravillosas” condiciones, pero de vagos y maleantes que miren para otro sitio.

P.D. Algunos amigos ya han empezado, antes de comprar un producto, a mirar su lugar de fabricación. No es mala práctica. Recuerden lo que pasó con los famosos pepinos, la culpa era de ellos, causaron un enorme daño económico a nuestros agricultores y nadie pidió una maldita disculpa.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Ideas de refresco.



Aunque diga, rediga  y asegure que lo expresado es sin acritud, siempre habrá quién opine de otra forma y aduzca que mi posición mental es sólo mala baba o tal vez resentimiento. Desde hace ya algunos años soy un simple espectador de la política y sí, también, un opinador mas que, lejos de pretender influir en nadie, piensa y repiensa solo como gimnasia mental. Aunque, miren por donde, hoy si me gustaría influir en la decisión de algunos. Sí, pongamos por caso, de todos aquellos que llevan ya más de un trienio cobrando del erario público sin ser empleado o funcionario del mismo: “Muchas gracias por sus servicios prestados y regresen a su puesto de trabajo o búsquense la vida como el resto de los conciudadanos. ¡Oiga! Sin acritud, ¡Márchense! ¿No se les ha ocurrido pensar que tienen responsabilidad compartida con lo que está ocurriendo? Sí, por acción, por omisión, por estulticia o por delincuencia. ¿No han reparado que han podido ser autores o cómplices,-sea conscientes o inconscientes- del desastre en el que estamos instalados?. Líbreme ¡por Dios!, pensar que actuaron de mala fe u otra torticera intención, pero de no ser así solo me queda: ignorancia, ingenuidad o incompetencia. Por tanto, lo dicho: márchense. Pero conforme cierran la puerta, háganos un último favor: díganle a todos esos compañeretes que ambicionan sustituirles, que se lo piensen bien, que la gente está ya muy quemada y va a empezar a pedir responsabilidades de todo orden a aquel que aspire a cualquier tipo de poltrona. También explíquenles muy bien cual es la situación, no vaya a ser que después aleguen ignorancia; y por último, adviértanle sobre cual es la situación en la calle, que ya no hay donde estrujar más al ciudadano y que las prebendas -hasta ahora disfrutadas- están por acabarse. ¡Ah!, y no se preocupen por nosotros, entre 46 millones de españoles, digo yo que habrá ideas de refresco”.

viernes, 29 de junio de 2012

Los carteles de la agonía.


    Ejercen un poder magnético sobre mí, son esos pequeños mensajes inscritos sobre modestas cuartilla adheridas con “fixo” a un simple muro, presencias incomodas de breve lectura, sin maquillaje alguno, directos, concisos, precisos, con pocos adjetivos, sólo lo substancial o lo sustantivo. Son pequeños gritos de voces apagadas, urgencias o preurgencias que buscan conexiones entre iguales, que hacen el difícil oficio de conjugar dignidad y necesidad. Instalados como el imperceptible sedal, el anzuelo del humilde pescador que no altera ni atenta  contra el remanso de la charca, que confiando y paciente espera y espera.

Algunos son una secuencia, casi una película descriptiva, un drama sin música ni palabras entrelazadas de admirables cadencias poéticas. A las “ofertas” le secunda “liquidación”, a la liquidación “se traspasa” y al traspasa “se vende” “precios muy económico”. A los habituales carteles de pequeños negocios venidos a la ruina, se sumaron las de los chicos y chicas, los estudiantes que tenían que compartir piso para poder asumir un alojamiento. Hoy, otros dos se suman a mi colección particular de voces sin voz. “Se vende canario amarillo y verde”, alguien que con mucha dulzura y amor crío a frágiles criaturas que le alegraron los días, no le queda más remedio que desprenderse de su única e imprescindible compañía; la depresión lo ha llevado al desafecto. Finalmente otro cartelito arrebata mi atención y me sume en una profunda tristeza, dice así: “Agradecería comida para mis hijos”, sólo le acompaña un anónimo número de teléfono móvil. 

lunes, 4 de junio de 2012

El mortifero efecto dominó

A ver como les cuento esto. Por ahora pospongo trasladarles mi estado de ánimo. Los hechos: Hace pocos días un joven, 33 años, para más señas el hijo de una limpiadora que trabaja en una pequeña empresa de inserción, casado con tres hijos;  tras varios intentos laborales fallidos y la amenaza de los bancos de arrebatarle el humilde hogar a la madre que le avalara, no ha podido más, se ha quitado la vida. Otro pueblo de nuestra querida provincia , coincidiendo casi en las fechas (no les voy a dar datos personales, no me corresponde), un hombre de 55 años, se arroja desde lo alto de un edificio. Le acaban de despedir sin indemnización alguna, llevaba 22 años trabajando en la empresa. Algunos días después: un pobre infeliz se tumba en medio de una calle, interrumpiendo la circulación, dice voz en grito que no se moverá de allí, hasta que tenga la garantía de dar de comer a sus hijos ese día. Las tres noticias no las he leído en periódicos, ni la he visto en la tele, ni oído en la radio, las conozco porque forman parte de mi entorno próximo ¿No lo sabían? Por el contrario, seguro que todos están al corriente de sucesos similares en Grecia. No es mi máxima preocupación el tratamiento informativo, mi preocupación y mi rabia se direcciona en determinar delitos y delincuentes (o siendo políticamente correctos: “presuntos”). Todos estos ladrones de guante blanco que lo mismo ocupan puestos de responsabilidad en lo público como en lo privado, todos estos delincuentes que hacen carrera a través del hurto, la corrupción, la estafa , hay que añadirles sin temor a equivocarnos , el homicidio, porque todos esos suicidios son consecuencia directa de sus actos. Y sí, estoy que rabio, porque todo el dolor, todo la miseria, las consecuencias de sus tropelías están echándolas sobre nuestras espaldas. Las de los humildes y desprotegidos asalariados, las de los modestos comerciantes, las de las familias que a su vez sostienen en precario equilibrio a otras familias de su entorno.  Estos criminales no pueden quedar impunes, no me vale la miserable y machacona cancioncilla de que “es que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”, estos criminales han de estar en la cárcel, y no jubilados con cuantiosas pensiones o en los mismos o distintos puestos de responsabilidad. Gracias por permitirme el desahogo.

Emitido en Cadena SER. Multimedia Giennense (04/06/2012)

viernes, 1 de junio de 2012

Segundo Siglo de Oro Español.



¡Albricias! ¡Alégrense! No era crisis, estamos en pleno “Segundo Siglo de Oro Español”. Y si no me creen acudan a nuestros clásicos, aquellos que retrataron de forma magistral a la sociedad de la época.  Si a la fecha el inmortal Cervantes hubiera de hacer crónica de actualidad, sólo habría de actualizar su  “Rinconete y Cortadillo” Abrumado se vería por el hasta donde se puede perfeccionar la “Cofradía de Monipodio”, aquel maestro de ladrones, golfos, delincuentes, bribones, prostitutas... que controla el comercio del robo en la ciudad y proporciona a cada miembro de la cofradía lo que necesita para cumplir sus funciones, y los protege; y que, con una parte del dinero de los robos cometidos les hace pagar velas para los santos y novenas para la virgen, de esta manera se creen buenos cristianos, y así cumplen todas sus obligaciones como creyentes. Los grandes autores de “El Siglo de Oro”, pusieron de relieve a una sociedad mezquina, hipócrita, cínica, ruin, pícara ... buena parte de ella empeñada en subsistir, mientras otra, ignoraba o pisoteaba con desdén a los que intentaban sobrevivir. Hoy, los patronos de las grandes cofradías financieras han superado y perfeccionado de forma exquisita a Monipodio, aunque sus tropelías no nos producen sonrisa amarga sino un infinito desaliento. A diferencia de aquel Siglo de Oro, hoy, no contamos con émulos de Velázquez, Lope de Vega, Góngora, Quevedo o Cervantes, aunque sí  reyes indolentes, validos corruptos, expulsión de los distintos, debilitamiento de la unidad territorial, débil política exterior, devaluaciones monetarias. Sí, hablo de entonces y también de ahora.
Publicado en Diario Jaén 1 de Junio de 2012


viernes, 11 de mayo de 2012

Incompetentes que nos han arruinado la vida.



Por edad, aunque joven y recuerde a vuelapluma, fui coetáneo del cierre de Altos Hornos del Mediterráneo, ENSIDESA;  HUNOSA; Astilleros Españoles, Bazán, ASTANO, SEAT (sectores industrial, construcción naval, minería, automoción); por no hablar de declive progresivo de la industria textil catalana. y si hubiéramos de aludir lo más cercano, tanto en el tiempo como en lo territorial, habríamos de incluir en tan penoso catálogo al sector servicios en Andalucía. Lo del sector financiero es otra historia a encajar directamente en los libros de estafadores y trileros.  Seguro que habrá floridas y magnificas teorías sobre los porqués de tanto y tanto estropicio. Competitividad, productividad, cuenta de resultados son las claves y respuestas. Y dicho así y tal como siempre nos lo han vendido, parece que: o un aciago destino nos condena una y otra vez  al fracaso económico o la falta de productividad de los asalariados son la respuesta a tanto mal. Los Hados es posible que tengan poder, los trabajadores mas bien poco. Esta historia de fracasos está llena de incompetentes, ambiciosos y delincuentes que dirigían las empresas tanto desde lo publico como desde lo privado que, antes de invertir en innovación para mejor competir, preferían llevárselo caliente y a manos llenas. Gentes que por no hacer el más mínimo esfuerzo neuronal prefirieron que la competencia extranjera llenara los huecos de mercado. Y así nos luce el pelo, no tenemos industrias ni para atender nuestras más elementales demandas. Un ejemplo: cuando me pongo a faenar entre mis cuatro olivas se me llevan los demonios, todos los artilugios mecánicos que utilizo, son extranjeros. ¿Porqué la desbrozadora, la vibradora tienen que ser alemanas, o toda la tecnología de las almazaras de procedencia italiana? ¿Cómo es posible que siendo los primeros productores de aceite, toda la industria necesaria del sector la controlan aquellos mismos que nos imponen condiciones leoninas en los mercados financieros? Y esto es sólo un ejemplo, analicen otros entornos. La industria del textil controlada por los chinos, las grandes superficies de alimentación por empresas de otros países que "chulean" a nuestros agricultures y productores. Creo, que no es gratuito, cuando invoco a la responsabilidad de aquellos que tenían bajo su responsabilidad el buen gobierno del estado y del mercado.  

viernes, 4 de mayo de 2012

Nuestros niños.


Con la fatiga propia de la edad, enfilo por enésima vez la cuesta de San Andrés, tras de mi, dos jóvenes charlan animadamente. Acostumbrado en este tramo de la pendiente a su paisanaje a sus idas y a sus vueltas, a la adolescente compañía proveniente del colegio del mismo nombre de la calle, casi no les presto atención, pero hoy es distinto.

Dice una chica: “pues mi padre ha sido albañil y nunca ha ganado eso que dicen algunos”, “Ea, fijaté”, dice la otra, al padre de la Vanesa, le han rebajado el sueldo una “burrá”, el hombre es camionero, se tira días enteros en la carretera, suele venir reventao y bastante triste. Tras las últimas palabras, la curiosidad me venció y miré tras de mí. ¡Sorpresa! No tendría más de 12 o 13 años. La edad del pavo, de la frivolidad, de la adolescencia pura y dura, y a pesar de ello, hablaban con sentida preocupación, con información, valorando la situación.

En otro momento si alguien me lo hubieran contado, naturalmente no le hubiera creído, pero eran mis ojos y mis oídos los que me facilitaban información fidedigna. Nuestros niños, esos a los que siempre hemos sobreprotegido, incluso mentido si era necesario, están al corriente de las mil y unas angustias e incertidumbres de nuestro cotidiano acontecer. Nuestros niños, esos niños de barrios humildes que van a padecer en carne los recortes del sistema educativo, la angustia y el desconcierto sobre que estudiar y que salida puede tener, a los que se les va a conculcar la posibilidad de cursar estudios universitarios salvo que sean unas lumbreras. Nuestros niños, obligados a crecer, en un “pispás”, a hacer de la adolescencia un suspiro, de la ingenuidad y la inocencia un sueño de un par de noches. Nuestros niños, de arrugas prematuras por la preocupación. ¿Qué hemos hecho, que han hecho con nuestros niños?

sábado, 7 de abril de 2012

Preguntas sin formular, respuestas sin contestar



Hace pocos días me sorprendía la declaración de una joven un tanto perpleja, manifestando su total ignorancia respecto a un tema que –una vez enterada del mismo- indicaba su preocupación por no haber tenido la oportunidad de estar informada. Nuestro complejo sistema de razonamiento necesita de un soporte informativo básico sobre el que conjugar hipótesis y tomar decisiones. Puede parecer muy enrevesado lo que digo, pienso que son muchos los jóvenes y no tan jóvenes de los que podríamos decir con preocupación: ¡Cuántas respuestas importantes para su vida sin contestar y preguntas sin formular!. Estamos sobresaturados de información, jamás en la historia de la humanidad, una parte importante de la misma, tuvo a su disposición la ingente cantidad de datos hoy disponible. Aunque no siempre los que fluyen resultan edificantes, más bien todo contrario. La ignorancia es preocupante pero sobretodo, la adulteración de los flujos informativos. Las redes sociales o las “TDTs” son hervidero de intoxicadores y personas que tras el parapeto digital, despotrican y destilan odio en ingentes cantidades. Poca importancia habría que darle sino fuera por que el nivel de formación, de estudio o lectura no figura entre las necesidades de los espectadores. Hoy, Viernes Santo, para las personas de edad, crédulos o incrédulos, siempre fue un día especial para la reflexión sobre el significado de la vida y la muerte, dudo que muchos de los anteriores sepan, tan siquiera, de esa oportunidad y de la necesidad de adentrarse un poco en el sentido de la vida.

publicado en Diario Jaén 6/abril/2012

martes, 20 de marzo de 2012

Adónde vamos.



Creo que es una pregunta bien simple pero sobre la que aún no he tenido el gusto de recibir respuesta, es más cuando la formulo veo caras de extrañeza. Por lo que se ve y se oye, hay de los que piensan que sencillamente lo que hay que hacer es ahorrar “gasolina”, recortar gastos, economizar hasta la austeridad más espartana, aliviar peso aunque ello suponga dejarse en tierra a la abuela; por el contrario otros son de la opinión que lo que hay que hacer es no obsesionarse con el ahorro, consumir el depósito sin mucho miramiento, proseguir viaje aunque incómodos por la estrechez pero con el vehículo colmatado y que hasta donde lleguemos, hemos llegado. Las diferencias sobre el cómo y el con quién son importantes, sin lugar a duda. Pero el adónde vamos, no es menos importante. La distancia a realizar parece el único elemento en disputa: a más consumo por sobrepeso menos distancia, a menos consumo más distancia (los sobrepesos podrían ser las políticas de bienestar). Pero ¿adónde vamos? ¿Alguien lo sabe? Podríamos ir directamente a un precipicio y no saberlo. Se nos exigen sacrificios, pero nadie se atreve a hablar sobre el lugar que pretendemos alcanzar tras tan dura travesía. Me gustaría creer que nuestro destino es Shangai-la, ese mítico edén escondido en el Himalaya, donde reina la armonía, la belleza el bienestar. Naturalmente el viaje tiene su coste, aunque mucho me temo, hacia allá no nos dirigimos, algunos solo saben y pretenden llevarnos de vuelta a los submundos donde la avaricia, la insolidaridad, la injusticia y la inmoralidad son las reglas de juegos.






Publicado en Diario Jaén 23/03/2012

lunes, 19 de marzo de 2012

Paseando por mi barrio

Bañados por la  placidez del sol del invierno, dos ancianos descansan en un banco de la plaza Rafael Ortega Sagrista. Uno le dice al otro: sabes que Manuel se ha muerto, ¡”cuidiao”, no que se ha ido sin despedirse!. La perplejidad y la curiosidad me hizo aminorar el paso, pero el pasmo fue aún mayor cuando escuche por toda respuesta un simple “ea”. Y prosiguieron en silencio mirando al horizonte. ¿Sarcasmo, cinismo, resignación o exigencia de educación o compostura aunque de la muerte se trate?.

 Mientras eso ocurre, a cierta distancia se oye el sonido de un televisor, gente aparentemente enloquecida discuten sobre personajillos que no tengo el gusto de conocer. Su verborrea y vaciedad compiten con sus propias pantomimas. No hago por menos que apreciar el contraste, me quedo con mis ancianos y la sabiduría de sus silencios.

Prosigo mi recorrido y entro en la carnicería de la calle Josefa Segovia. Un hombre de unos treinta y tantos seguido de un joven de color me preceden en el turno. El hombre pide un pollo para el joven y le pregunta con naturalidad ¿te lo trocean? Son dos kilos ¿Será suficiente?. El joven asiente, paga el mayor y marchan. Son vecinos del barrio. El hombre es uno más de esos seres anónimos con sentimientos íntegros, el joven uno más del grupo que habita en un minúsculo piso e intentan ganarse la vida decentemente o que alguien les dispense una primera oportunidad.

De nuevo la estridencia llena mi la apacible calle, un vehículo con un potente aparato de megafonía inunda el aire de promesas vacuas y musiquilla cansilla.

A poca distancia, en la plaza de San Felix de Cantalicio, los niños corretean, brincan, juguean ante la atenta pero melancólica mirada de sus padres. Un suspiro de la madre parece contener todas las preguntas sobre el futuro, y una afable sonrisa del padre todas las respuestas que pueden transmitir sosiego y esperanza.

Las hojas de un periódico atrasado se arrastran empujadas por una suave brisa entre los sedientos jardines: mercados, déficit, crisis, Europa, paro, corrupción, estafa, se acierta a leer en titulares. Aparentan ser noticias de otro mundo, o por el contrario, como si nosotros fueramos de otro mundo. Y es cierto, el despropósito, la avaricia y la inmoralidad campa a sus anchas entre los poderes y las clases dirigentes mientras, en la calle, muchos hombres y mujeres escribe la verdadera historia de la humanidad y cultivan brotes verdes de esperanza.   


jueves, 23 de febrero de 2012

A mi superhéroe favorito

Me vas a permitir, de entrada, una aparente frivolidad, pero es que si no la suelto reviento, aunque te aseguro que este mi dislate contiene todo el candor de mis años mozos y no tan mozos, porque nunca perdí al niño que fui. De todos es sabido que hasta bien llegada mi edad adulta fui un amante de la ciencia ficción y de los cómic de superhéroes. Entre mis favoritos se encontraba “la Patrulla X” hoy más conocida por “X men”. El jefe, el profesor era el Doctor Xavier, un, en apariencia, sencillo hombre condenado a una silla de ruedas. El Doctor Xavier no poseía los poderes de sus discípulos, jóvenes con capacidades extraordinarias, que volaban, gozaban de fuerza hercúlea, lanzaban rayos con la mirada o lograban mil y una proeza. A la postre, tan poderosos hombres y mujeres, en apariencia sobrados de si mismos, vivían sometidos a las múltiples contradicciones de su ser humano y mutante. Solo el Doctor Xavier, el profesor Xavier era capaz de darles sentido a sus vidas, a sus increíbles poderes, capaz de transmitirles fortaleza en su horas bajas, sosiego en su desesperación, cordura en su insensatez, humildad ante su soberbia. Su presencia parecía distante, su anclado destino en la silla de ruedas no le permitía estar presente en las mil y una aventura diaria de sus jóvenes héroes, aunque siempre, cuando la última de las batallas parecía que había que darlas por perdidas, misteriosamente su voz resonaba en la mente o en el corazón de alguno de sus pupilos que terminaban por vencer, una vez más, al maligno Magneto. Hay personas a las que vemos o no las vemos físicamente, nos rozamos con ellas a diario o su presencia es fugaz, de tarde en tarde, pero en cualquiera de las casos las intuimos, las sentimos, las amamos, ¿Cómo? Por aquello de que no se molesten los más ortodoxos, diríamos de ellas son seudo-ángeles. No son espíritus, son carne mortal que viven entre nosotros. Tienen -a mi juicio- una mayor y notable influencia. Son santos aunque no lo certifique un papel ni falta que nos importa, porque son nuestros santos. Son esos seres imprescindibles, pero con la imprescindibilidad de todo aquello que en apariencia no lo es, pero que si no tuviéramos la certeza de que están ahí, nuestra vida sería pobre, miserable, despojada del conocimiento de lo que significa ternura, bondad, generosidad, amor.

 «Yahvéh es Salvación». El significado de Jesús -salvo por el propio Jesucristo- no conozco a otro hombre que mejor encarne esta definición que Jesús Marchal Escalona. Su presencia, aún en medio de las aparentes contradicciones de su condición humana es un discurso sin palabras, es susurro, o voz en grito de que Yahvéh es Salvación. Es testimonio de esperanza, es fe inabarcable, es caridad en estado puro. No me queda por menos que recurrir al poeta, cuando faltan las palabras “Si yo te dijera estas cosas, amigo, ¿que fuego pondría en mi boca, que hierro candente, que olores, colores, sabores, contactos, sonidos? Y ¿cómo saber que me entiendes?” Tú si que me entiendes, aunque tu bendita humildad se niegue a aceptarlo, aunque tu real ingenuidad no conciba que, fuera, en las calles, las gentes se dejen llevar por míseros afanes. Sí, Jesús Marchal, eres un libro sobre el que leer, eres horizonte de infinito belleza sobre el que Dios ha querido derrochar sus colores de amanecer y de atardecer al mismo tiempo. De nuevo recurro a la Rapsodia, no por menos te veo recitando para todos nosotros que nos devanamos los sesos en cosas pueriles, estrofas como: “Me preguntas amigo, y no sé que respuesta he de darte. Siento arder una loca alegría en la luz que me envuelve. Yo quisiera que tú la sintiera también inundándote el alma, yo quisiera que a tí, en lo más hondo, también te quemase y te hiriese, criatura que llega por fin a vencer la tristeza y la muerte. Si ahora yo te dijese que había que andar por ciudades perdidas y llorar en sus calles oscuras sintiéndote débil y cantar bajo un árbol de estío tus sueños oscuros, y sentirse hecho de aire y de nubes y de hierba muy verde.... “ Sí, Jesús, si alguna vez alguien ha tenido todo el derecho y el debe de escenificar “la Luz” de la Rapsodia, ese eres tú. 
 Rafa Latorre

jueves, 9 de febrero de 2012

De retos y poderes (judiciales entre otros)




No hace muchos años, la consideración que teníamos para con los profesionales de la medicina era distante. Los veíamos como aquellos brujos de la tribu que dispensaban remedios entre una retahíla de palabras ininteligibles y a los que profesábamos temor y reverencia, dado que, nuestra vida estaba en sus manos. Hoy, buena parte de esos profesionales realizan su trabajo, con dignidad, humildad, proximidad y respeto para con el paciente. Aquella casta intocable de los que se decían eran capaces de sustraer la dignidad de cualquiera con una simple orden: desnúdese, ha pasado a la historia y su imagen, entre el común de los mortales, ha mejorado sustancialmente; aunque siempre habrá una minoría “nostálgica” en ejercicio.

Hoy, nos seguimos enfrentando a otras castas. En concreto a la también temida y rimbombantemente llamada del poder judicial. Por cierto que si Montesquieu levantara la cabeza diría aquello de “no es eso, no es eso..” Parapetados en el pedestal del “Poder”; amparados en la angustia, la zozobra y la ignorancia de aquellos que de forman voluntaria u obligada reciben sus servicios; excusados siempre por una real o virtual carga de trabajo, ejercen sin temor a sobresalto, sin mayor celo que el que les impone su carrera profesional, sin apremio alguno ante alguien que pueda cuestionar sus sentencias, como si fueran dioses del Olimpo distraídos con la azarosa vida de los mortales. No digo esto por aquellos procesos y sentencias con sabor mediático, lo digo por aquellas tantas anónimas de respuestas deficientes, de mala gana, de sentencias de “corta y pega” que han dejado a personas, familias, empresas, corporaciones, entidades de todo tipo, privadas del derecho a la justicia, noqueadas y escépticas. A cualquier abogado que te dirijas te dirá que un juicio es una lotería. ¿Puede ser realmente así?

No todos los profesionales de la judicatura son de la misma consideración. Una imperceptible revolución, un número aún insuficiente se reconoce como servidores públicos, trabajadores que –al igual que los médicos- saben de las consecuencia de sus diagnósticos, de sus operaciones a tumba abierta, de sus prescripciones.

Son muchos los retos que como sociedad tenemos, pero en cuanto a la Justicia se refiere, dos se hacen urgentes: Uno, al igual que la medicina, la aplicación de la justicia tiene que contener un máximo de certezas, no puede ser una lotería tal como dicen los propios abogados. Dos, las castas y los hechiceros pertenecen a épocas oscuras y del pasado, por consiguiente hay que erradicar cualquier profesión que pretenda erigirse en personajes despóticos y anacrónicos.

sábado, 21 de enero de 2012

Vuelta a las cavernas




Hubo un tiempo -aunque no se lo crean- que hablar con un familiar desde una capital de provincia cómo Jaén, supongamos que a 300 kilometros de distancia, comportaba: salir de tu hogar, desplazarte a un lugar céntrico donde te despachaban unas señoritas que atendían al nombre de "operadoras", en el que había unos dispositivos que se llamaban cabinas que, al cabo de un buen rato de espera, podías introducirte por indicación de la subsodicha y poder hablar a voz en grito con tu ser querido al otro lado de la línea telefónica. Todo ello previo pago de la "conferencia" (así se llamaba la comunicación), cuyo coste era proporcional a la distancia y creo que no es necesario decir que costaba un "pico". 

Hubo un tiempo en la que leer un libro suponía mas o menos lo siguiente: haber cursado alguna carrera de humanidades para tener alguna idea aproximada sobre qué clásico de la literatura leer, posterior tener la fortuna de vivir en una ciudad que contara con una buena biblioteca, que no te vieran los amigos y te dijeran aquello de "si ya me explico porqué no te sabes la alineación del Real Madrid";  salvo que leyeras a Marcial Estefanía de la Fuente o a Corín Tellado (segundo supuesto sólo reservado para las chicas), entonces no se metían contigo.

Hubo un tiempo en el que el cine costaba 12'5 pesetas en la sesión de "matine", en el que nuestro mayor disfrute era poder ver películas de Tarzán producidas 20 años antes o -en el extremo contrario- unas películas que como no te "fumaras" la última clase del instituto nocturno, no llegabas a tiempo para verlas; las llamaban "de arte y ensayo", algunas de ellas en versión original (francés), de lo que huelga decir no teníamos ni idea. 

Hubo un tiempo en el que nuestros amigos más lejanos vivían dos calles más abajo. 

Hubo un tiempo en el que sólo escuchabamos música en las gramolas o en un horrible aparato que le llamaban "tragadiscos" y "disfrutabamos" de Camilo Sexto, Manolo Escobar, Los Diablos o Georgie Dann.

Hubo un tiempo en el que familiares emigraban a otros países y no lográbamos saber nada de ellos hasta transcurridos veinte años.

Hubo un tiempo en la que una reflexión como esta, solo hubiera tenido la oportunidad de leerla quién  la escribe y con el estómago encogido por miedo a ser amonestado o censurado. 


Y llegó el siglo XXI con su internet, con sus autopistas de la comunicación y pensamos vivir en un sueño. Nos comunicabamos con los nuestros en un abrir de ordenador. Conocimos cientos de ofertas cinematográficas, musicales, literarias. Nuestra intelecto supo de nuevos horizontes. Empezamos (los más mayores) a balbuceas nuevas lenguas. Conocimos a cientos de personas, nos reencontramos con viejos conocidos, hicimos amigos nuevos incluso de allende los mares. Nos emocionamos con el conocimiento de otros lugares, descubrimos que el mundo era grande, muy grande, inmenso, hermoso, incluso esas experiencias nos quitaron el miedo a viajar. 

Podría, sería interminable la lista de experiencias de contrastes que contar y que gracias al ingenio colectivo de la humanidad, al progreso de los pueblos, hemos podido conquistar como individuos. A todo esto si no le añadimos las cientos de experiencias como "la primavera árabe", o centenares de pequeñas noticias y movilizaciones que la red ha provocado.

Ahora siento la amenaza sobre este mundo en ciernes, para los mayores un sueño, para los más jóvenes todo un universo por conquistar. Dudosas legislaciones que pretende proteger a dudosas corporaciones y a dudosos individuos que quieren sumirnos en la oscuridad, en la pesadilla del aislamiento, del desconocimiento o el conocimiento de pago, en el horror de la vaciedad, en la vigilancia o la estulticia del Gran Hermano. SOPA, SINDE ... Yo más bien las llamaría "leyes marciales", aquellas que se aplicaban en los conflictos bélicos y que posibilitan la violación de la correspondencia o del domicilio, aquellas con las que amenazaban el derecho de reunión o de expresión. 

Termino, esto se está haciendo excesivamente largo. Nunca me manifestaré en favor de delincuentes estén en la RED, en las ENTIDADES FINANCIERAS, en los PARTIDOS POLÍTICOS o en los mismísimos GOBIERNOS.

viernes, 13 de enero de 2012

Un rayo de sol en el horizonte


Me gustaría en este año que estrenamos abandonar reflexiones con tono de lamento e instalarme en propuestas optimistas.  Me lo emplazo difícil, no por una cuestión temperamental sino porque el diario acontecer, la atmósfera que nos circunda es plomiza y no permite ver el sol. Las noticias con las que a diario nos desayunamos o cenamos son indigestas o venenosas y la calle emite cientos de señales de dolor y desánimo.

Vaya pues un esfuerzo. Los jóvenes europeos, nuestros jóvenes (que también lo son) andan construyendo un nuevo sistema personal de relaciones, impensable para los que ya andamos en edad madura. Sus posibilidades de comunicación lingüística, su carácter despierto, ávido por conocer y por encajar vital y profesionalmente, las facilidades que ha propiciado la implantación de políticas como el acuerdo de Schengen, el impacto de Internet y las redes sociales han hecho posible este novedoso estado relacional del que, además, se benefician chicos y chicas de provincias como la nuestra. Posiblemente nuestros jóvenes estén llevando a cabo el camino correcto, justo el inverso al que tanto hemos criticado de las instituciones europeas.  Estoy completamente seguro que sus relaciones humanas, de ocio, de conocimiento van a propiciar relaciones de mercado, posiblemente más sabias y más justas porque su génesis va a ser distinta.  Por consiguiente, sigamos apoyando todas y cada una de las iniciativas que propicien su encuentro, sin enredar más de la cuenta sólo como optimistas y esperanzados espectadores de un rayo de sol en el horizonte. 

domingo, 8 de enero de 2012

Sólo para empezar a pensar.




Mira por dónde, hoy averigüe de que iba ese pasaje evangélico, polémico para algunos pero quizá en estos días bastante revelador, os transcribo un trozo: “Jesús subió a Jerusalén. En el templo se encontró con los vendedores de bueyes, ovejas y palomas. También estaban allí, sentados en sus mesas, los cambistas de dinero. Jesús, al ver aquello hizo un látigo de cuerdas y echó fuera del templo a todos, con sus ovejas y bueyes. Tiró al suelo las monedas de los cambistas y volcó sus mesas. A los vendedores de palomas les dijo:-“Quitad esto de aquí. No convirtáis la Casa de mi Padre en un mercado”.

El atrio exterior había degenerado hasta convertirse, de “casa de oración” en lugar de negocios, de tráfico, de bolsa de cambio, mercado de ganado y ocasión de pingües ganancias para la nobleza judía, la alta clase sacerdotal y las clases dirigentes. Y todo esto bajo el pretexto de dar gloria a Dios con tantos sacrificios de animales. ¡Qué espectáculo más envilecido el que se encontraron los ojos de Jesús: Mugidos de bueyes, balar de ovejas,zureo de palomas asustadas, gritos de vendedores ambulantes, mendigos, una multitud abigarrada que tropezaba y se empujaba, suciedad, malos olores, colorismo de bazar oriental...

Un huracán llamado Jesús, dolorido, enardecido al ver semejante espectáculo irrumpe látigo en mano, presa de un fervor religioso-filial. Le quema la injusticia que están cometiendo allí los dirigentes espirituales con los “sin voz “, explotados por los mismos sacerdotes quienes, a cambio de sus ofrendas a Dios, devolvían simoníacamente el perdón de los pecados y la protección divina. Sencillamente, engañaban al pueblo llano con lo cultual y sagrado.

Premio para quién haya llegado hasta aquí.

NUESTRA SOCIEDAD ACTUAL Tiene también sus instituciones por ejemplo, La ONU, El Parlamento, La Administración de Justicia, el G8, la Comisión Europea, El Banco Mundial...etc. ¿Para qué han sido creadas? ¿Cumplen todas sus objetivos? o bien encontramos también en ellas corrupción, intereses de poder, de ambición? ¿Hay reacciones por parte de la gente contra esas desviaciones? ¿Sirven para algo esas acciones?

Y ahora, especial para amigos desilusionados. Sí, en efecto, muchos de tus líderes, de tus dirigentes, de tus “secretarios generales” han hecho de esa casa del pueblo un mercado de lo más deleznable. Aquí no hay Jesús físico que venga a denunciar el hecho, es más aunque hubiera venido tal vez hubiera ocurrido lo mismo que ocurrió en Jerusalén, tras el suceso, todo continuó igual. Bueno no, no continuó igual, al tiempo los romanos conquistaron el poder y arrasaron el Templo.

No hay moraleja sólo una enorme preocupación.