Al principio...


Vivimos, o así me parece, una época un tanto convulsa y necesitamos o mejor: necesito obligarme al ejercicio gimnástico, y no precisamente al estético sino al ético. Necesito hacer ejercicio de prudencia, de templaza, de fortaleza, de responsabilidad, de rigor, de entereza, aunque también de arrojo, de esfuerzo, de audancia, de ardor y de quién sabe cuantos otros "músculos" que pueda tener atrofiados. Este espacio, esta "quinta columna" tiene vocación de "banco gimnástico" y por más barbaridades que escupa o vomite, tibiezas por los que me deje llevar o lisonjas merecidas o inmerecidas regale, será mi cuerpo, será mi alma la que habrá de sufrir o gozar. ¿Religión, filosofía, salud mental? Que cada cual coja su "banco" o su cruz y participe con ilusión de la olimpiada de la vida.



viernes, 11 de mayo de 2012

Incompetentes que nos han arruinado la vida.



Por edad, aunque joven y recuerde a vuelapluma, fui coetáneo del cierre de Altos Hornos del Mediterráneo, ENSIDESA;  HUNOSA; Astilleros Españoles, Bazán, ASTANO, SEAT (sectores industrial, construcción naval, minería, automoción); por no hablar de declive progresivo de la industria textil catalana. y si hubiéramos de aludir lo más cercano, tanto en el tiempo como en lo territorial, habríamos de incluir en tan penoso catálogo al sector servicios en Andalucía. Lo del sector financiero es otra historia a encajar directamente en los libros de estafadores y trileros.  Seguro que habrá floridas y magnificas teorías sobre los porqués de tanto y tanto estropicio. Competitividad, productividad, cuenta de resultados son las claves y respuestas. Y dicho así y tal como siempre nos lo han vendido, parece que: o un aciago destino nos condena una y otra vez  al fracaso económico o la falta de productividad de los asalariados son la respuesta a tanto mal. Los Hados es posible que tengan poder, los trabajadores mas bien poco. Esta historia de fracasos está llena de incompetentes, ambiciosos y delincuentes que dirigían las empresas tanto desde lo publico como desde lo privado que, antes de invertir en innovación para mejor competir, preferían llevárselo caliente y a manos llenas. Gentes que por no hacer el más mínimo esfuerzo neuronal prefirieron que la competencia extranjera llenara los huecos de mercado. Y así nos luce el pelo, no tenemos industrias ni para atender nuestras más elementales demandas. Un ejemplo: cuando me pongo a faenar entre mis cuatro olivas se me llevan los demonios, todos los artilugios mecánicos que utilizo, son extranjeros. ¿Porqué la desbrozadora, la vibradora tienen que ser alemanas, o toda la tecnología de las almazaras de procedencia italiana? ¿Cómo es posible que siendo los primeros productores de aceite, toda la industria necesaria del sector la controlan aquellos mismos que nos imponen condiciones leoninas en los mercados financieros? Y esto es sólo un ejemplo, analicen otros entornos. La industria del textil controlada por los chinos, las grandes superficies de alimentación por empresas de otros países que "chulean" a nuestros agricultures y productores. Creo, que no es gratuito, cuando invoco a la responsabilidad de aquellos que tenían bajo su responsabilidad el buen gobierno del estado y del mercado.  

viernes, 4 de mayo de 2012

Nuestros niños.


Con la fatiga propia de la edad, enfilo por enésima vez la cuesta de San Andrés, tras de mi, dos jóvenes charlan animadamente. Acostumbrado en este tramo de la pendiente a su paisanaje a sus idas y a sus vueltas, a la adolescente compañía proveniente del colegio del mismo nombre de la calle, casi no les presto atención, pero hoy es distinto.

Dice una chica: “pues mi padre ha sido albañil y nunca ha ganado eso que dicen algunos”, “Ea, fijaté”, dice la otra, al padre de la Vanesa, le han rebajado el sueldo una “burrá”, el hombre es camionero, se tira días enteros en la carretera, suele venir reventao y bastante triste. Tras las últimas palabras, la curiosidad me venció y miré tras de mí. ¡Sorpresa! No tendría más de 12 o 13 años. La edad del pavo, de la frivolidad, de la adolescencia pura y dura, y a pesar de ello, hablaban con sentida preocupación, con información, valorando la situación.

En otro momento si alguien me lo hubieran contado, naturalmente no le hubiera creído, pero eran mis ojos y mis oídos los que me facilitaban información fidedigna. Nuestros niños, esos a los que siempre hemos sobreprotegido, incluso mentido si era necesario, están al corriente de las mil y unas angustias e incertidumbres de nuestro cotidiano acontecer. Nuestros niños, esos niños de barrios humildes que van a padecer en carne los recortes del sistema educativo, la angustia y el desconcierto sobre que estudiar y que salida puede tener, a los que se les va a conculcar la posibilidad de cursar estudios universitarios salvo que sean unas lumbreras. Nuestros niños, obligados a crecer, en un “pispás”, a hacer de la adolescencia un suspiro, de la ingenuidad y la inocencia un sueño de un par de noches. Nuestros niños, de arrugas prematuras por la preocupación. ¿Qué hemos hecho, que han hecho con nuestros niños?