Al principio...


Vivimos, o así me parece, una época un tanto convulsa y necesitamos o mejor: necesito obligarme al ejercicio gimnástico, y no precisamente al estético sino al ético. Necesito hacer ejercicio de prudencia, de templaza, de fortaleza, de responsabilidad, de rigor, de entereza, aunque también de arrojo, de esfuerzo, de audancia, de ardor y de quién sabe cuantos otros "músculos" que pueda tener atrofiados. Este espacio, esta "quinta columna" tiene vocación de "banco gimnástico" y por más barbaridades que escupa o vomite, tibiezas por los que me deje llevar o lisonjas merecidas o inmerecidas regale, será mi cuerpo, será mi alma la que habrá de sufrir o gozar. ¿Religión, filosofía, salud mental? Que cada cual coja su "banco" o su cruz y participe con ilusión de la olimpiada de la vida.



martes, 1 de noviembre de 2011

La cigarra y la hormiga.


La sabiduría popular se remite a cuentos y chascadillos para escudriñar, analizar, comprender la cruda realidad en la que estamos sumidos. Ella, esa rara sabiduría de dominio público, no sabe de políticas macroeconómicas, de engolados discursos del Presidente del FMI, ni de disertaciones de los/as Merkes y Sarkozy de turno. La vieja sabiduría, aquella a la que se refería el Quijote cuando hablaba de los proverbios como: “sentencias cortas extraídas de experiencia larga”, se remite en este caso a la vieja fábula de la hormiga y la cigarra. Mientras la cigarra dilapidaba el producto de la generosa naturaleza en tiempos de bonanza, la hormiguita laboriosa, guardaba sacrificada toda suerte de provisiones a la espera del amenazante, inevitable y cruel invierno. Posiblemente la vieja fábula en los tiempos de farsa continua (¿cuando no estamos en campaña electoral, por Dios?) se haga difícil de escenificar por lo desdibujado de los personajes, pero todo el mundo con más o menos acierto le pone rostro a las cigarras, animalitos que por otra parte –tal como aparecían en una no muy antigua película de dibujos animados- no sólo se dedicaban a esquilmar todo lo que alrededor encontraban sino que –además- robaban sin pudor ni compostura a las trabajadoras hormiguitas. Me sigue sacando de mis casillas cada vez que oigo esa indecente cantinela de “claro como hemos vivido por encima de nuestras posibilidades” la crudeza del invierno es nuestro inevitable destino porque así nos lo hemos buscado. Ante tamaña sandez, mi pregunta siempre fue la misma ¿Y quién vivía por encima de sus posibilidades? Posiblemente más de un incauto así lo ha hecho, sin duda inducido por la detestable cigarra, bicho inmundo que campaba a sus anchas en los graneros de la banca, entre los insensatos, los mediocres, los desaprensivos que viven de la política, en definitiva de entre toda esa suerte de trileros, que digámoslo sin ambages, nos han estafado y robado el fruto de nuestro modesto trabajo. La hormiga, amable radio-oyente- somos tu y yo: modestos asalariados que administran su sacrificio diario por el bien común de su familia y el hormiguero.

(Colaboración del mes de octubre en SER Multimedia giennense)

2 comentarios:

  1. Fíjate qué interesante, Rafa:
    Si vives por encima de tus posibilidades es porque pides prestado y gastas más de lo que eres capaz de generar. Es decir: esa expresión que tanto se escucha y que se entiende fácilmente, "vivir por encima de tus posibilidades", guarda relación directa con la "deuda" (el conjunto de la deuda del país, no solo la del Estado, no solo la pública).
    Pues bien: Del total de la deuda en España, un 17% era deuda de las familias (nuestras hipotecas, créditos... para vivir "por encima de lo que ganábamos"); un 21% era deuda pública, es decir, de nuestras administraciones, el Estado, las Comunidades Autónomas. ¿De quién era entonces el restante 62%? Deuda de las empresas. Así que, efectivamente, estoy contigo: Que no nos vengan ahora a llamar cigarras porque el grueso del problema del endeudamiento excesivo de nuerra economía no es culpa de curritos, del ciudadano de a pie.

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  2. Cierto Ricardo, no conocía con exactitud los datos que nos facilitas, y en efecto lo sangrante es que a quién están recortando presupuesto es precisamente a los que menos han contribuido a este desastre: ciudadanos y administración pública; mientras a los bancos (mayoritariamente esas empresas a las que te refieres) les inyecta un día sí y el otro también ingentes cantidades de dinero y, por otra parte, nos suben los servicios que nos prestan con nocturnidad, impunidad y alevosía.

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