Al principio...


Vivimos, o así me parece, una época un tanto convulsa y necesitamos o mejor: necesito obligarme al ejercicio gimnástico, y no precisamente al estético sino al ético. Necesito hacer ejercicio de prudencia, de templaza, de fortaleza, de responsabilidad, de rigor, de entereza, aunque también de arrojo, de esfuerzo, de audancia, de ardor y de quién sabe cuantos otros "músculos" que pueda tener atrofiados. Este espacio, esta "quinta columna" tiene vocación de "banco gimnástico" y por más barbaridades que escupa o vomite, tibiezas por los que me deje llevar o lisonjas merecidas o inmerecidas regale, será mi cuerpo, será mi alma la que habrá de sufrir o gozar. ¿Religión, filosofía, salud mental? Que cada cual coja su "banco" o su cruz y participe con ilusión de la olimpiada de la vida.



miércoles, 27 de abril de 2011

Por si vale algún consejo ante las elecciones

Network (1976)

La inmensa mayoría de mis amigos más jóvenes parecen decididos a no votar. El cabreo que tienen es mayúsculo y creo que no es muy difícil entenderlos. He oído algunas reflexiones y alguna que otra pregunta y resulta un tanto preocupante como se van forjando opiniones de sobre cual tiene que ser nuestra respuesta democrática.

A mi juicio, los más mayores -conscientes o inconscientemente- intentamos ejercer sobre ello una especie de chantaje emocional sobre sus obligaciones de participación en las urnas. No seré yo el que intente persuadirles sobre lo pertinaz o no de depositar un voto para alguna de las opciones posibles y menos aún, convencerlos sobre el “voto útil”. Ahora bien, en tiempos de publicidad arrolladora y -al parecer- determinante para que decidamos o tomemos opinión sobre cualquier cosa, y cuando digo cualquier cosa es: desde una pasta de dentífrico hasta precisamente una opción política; parece conveniente compartir alguna que otra idea. Y eso es lo que voy a hacer.

La primera cuestión. Una contienda electoral no es la final de la liga de fútbol donde se la juegan prácticamente siempre los mismos equipos y el resto espera su oportunidad. En el fútbol está muy hermoso eso de “manque pierda” , en la administración de un estado o de un pueblo, frivolidades pasionales las justas. Los partidos políticos debieran de ser expresiones materiales de lo ideológico pero no tienen ni la patente ni el monopolio de lo que son los grandes legados éticos que generaciones precedentes han ido construyendo con sudor y sangre. Por tanto libres somos de elegir aquello que entendamos conviene en un momento dado.

La segunda cuestión. Resulta conveniente pararse a pensar, puede parecer una perogrullada, pero mucho me temo que no es así. Yo lo haría sobre tres cuestiones:

a) La ideología. Sí, sí, ideología, les parecerá extraño pero lo primero que debemos de analizar antes de tomar nuestra decisión es observar la robustez, la consistencia, la solidez de la ideología que ampare a toda propuesta electoral. Posiblemente así nos ahorraremos alguna que otra sorpresa conducida por individuos de espurios propósitos que enmascaran sus intereses de forma populista. No me creo que sean necesarios muchos ejemplos. Por otra parte, cuando hablo de ideología intento distinguirla de marca. En estos último años mi capacidad de asombro ha sido una y mil veces superada al poder comprobar cómo individuos/as han ejercido funciones de responsabilidad institucional en representación de alguna marca electoral sin tener la más remota idea de la ideología a la que decían representar. Por tanto contrasten el nivel de encarnación de los candidatos con su pretendida ideología.

b) La gestión o la capacidad. No hablamos de Catedráticos en Derecho Internacional o Ingenieros en Física Cuántica, pero sí, al menos, alguna experiencia contrastada en la dirección de las personas, en la generación de ideas, en la capacidad de entusiasmar, de analizar, de administrar recursos, etc. Por desgracia es pura soberbia con la que nos solemos topar, o irresponsabilidad o torpeza. Llevo más de 30 años viendo y oyendo, a lo más, a aspirantes frustrados a funcionarios y pocos políticos intuitivos o con casta. He visto a presidentes de comunidad de vecinos que tenían más capacidad, sentido común y por supuesto, espíritu de sacrificio que muchos de los guapitos/as de cara que aparecen como gestores en la administración pública. Otro detalle, desconfíen de los que de forma gratuita se emplean en criticar a los empleados públicos, la mayoría de las veces lo único que pretende es camuflar sus múltiples carencias. Y otro más, igualmente no se fíen de aquellos que necesitan de supergabinetes de comunicación. Por tanto, segunda cuestión, infórmense de la capacidad de gestión, de su experiencia contrastada en lo social, en lo civil, en lo profesional, en lo político. Estamos en el límite de los límites, ¡ya está bien de listos! Busquemos personas inteligentes.

c) La honestidad. Los americanos les suelen dar un valor extremo a esta cuestión a la hora de elegir a sus políticos. La cuestión ideológica, aún a pesar de las marcadas diferencias entre conservadores y republicanos, es algo poco apreciable por ellos. Respecto a la capacidad de gestión, saben que en campaña todos prometen maravillas y que la posibilidad de hacer cosas depende más de su capacidad de negociación que de la gestión propiamente dicha. Finalmente, presumen de ser treméndamente escrupulosos a la hora de elegir sus políticos. Así, estos últimos, se cuidan muy mucho de que en campaña no asome ni el más minúsculo de los escándalos y se muestran y airean hasta el hartazgo en los estandares de ciudadano medio: casado, hijos, va al culto al que pertenezca, no tiene ni sombra de antecedentes penales o morales, etc. En nuestro país parece que la corriente no va por ahí, los políticos pueden estar bajo sospecha o salpicados de toda clase de escándalos económicos, éticos o morales que, a la postre, parece que nunca pasa nada. Un ejemplo (pongamos a un vecino para no mosquear a nadie), el Sr. Berlusconi pretende hacernos creer que nada tiene que ver la política y su vida personal, incluso muestra indignación ante quienes le acusan de su más que sospechosa vida íntima y de negocios. Sobre este particular y para terminar, sólo me resta decir una cosa, un político ejerce una doble función, una de ellas, sin duda es llevar a cabo la gestión del programa con el que se comprometa, pero incluso por delante de esta función está la de carácter pedagógico o ejemplarizante, la de ser líder convincente, la de ser referente moral y ético. En fin, la tercera cuestión que en ordinal debe ser la primera, tiene que ser siempre dejarse liderar por una buena persona.

Termino como con aquél anuncio de los noventa: “busque, compare y si encuentra algo bueno.... ¡por favor cuénteselo a todos!


3 comentarios:

  1. ¡Totalmente de acuerdo, amigo Rafa!.
    Yo también creía que era el único que quedaba sobre la faz de la Tierra, que defendía que la ideología aún existe. Debe existir. Y que es un mecanismo del capital, el hacernos creer que esta ya no tiene sentido, ni existe.
    Personalmente, me ha venido bien el recordar las premisas que expones y que -estoy contigo- deben no olvidársenos. A pesar de mi connatural optimismo, no sé si son los años o la experiencia acumulada, pero cada vez encuentro más motivos para tampoco ir a votar. Y menos razones para hacerlo. Más aún, en un entorno -el de este pueblo- que cada vez decepciona más en lo social y en lo político.
    Espero que esta reflexión me lleve a donde creo que quieres y a mí me gustaría: ir a votar.
    Un abrazo.
    F. José.-

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  2. Me imagino que habrás oido hablar de un librito titulado INDIGNEZ-VOUS (Indignaos) de Stéphane Hessel. Él reclama de todos, especialmente de los más jovenes, en primer lugar esa actitud militante que es la indignación, igualmente habla de la superación de las ideologías, claro que para llegar ahí lo mínimo es saber de ellas (todo ha de tener su punto de partida). Yo estoy de acuerdo con él. Más aún cuando concluye las dos propuestas anteriores con una tercera: "Crear es resistir. RESISTIR ES CREAR"

    De Stéphane Hessel

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  3. Está claro que cada partido debe informar de su ideología, de sus fundamentos de lo importante para ellos, de su punto de vista de la sociedad … pero desgraciadamente esto en muchas ocasiones es sustituido por unas cuantas arengas y consignas demagógicas y han demostrado que son capaces de conseguir los votos en masa. por eso creo que la honestidad es básica porque consigue transmitir credibilidad y la rebelión de la que habla este autor francés pasa por hacerle entender a los políticos y a los responsables que estamos hartos de que nos manejen como ovejas (casi me ha salido un mitin!).

    Jesús Marchal

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