Nuestro diario acontecer parece el guión de un capítulo más de la serie. No sé si por culpa de accidente casual o atentado, la vida, tal como la conocíamos se ha roto en mil pedazos, el confort de la nave con destino o rumbo fijo se ha truncado por una inhóspita existencia y demonios en las obscuridades que obedecen a nombres como depresión, decrecimiento, descrédito, desesperanza acechan amenazantes nuestra frágil existencia.
Como en cientos de catástrofes, villanía y heroicidad se dará por igual. Estamos solos y sólo podemos confiar en nosotros mismos. Un dato curioso de la serie de Perdidos es que ninguno de los personajes supervivientes formaban parte de la tripulación, de aquellos que gobernaban, marcaban el rumbo y hasta decidían el minuto a minuto del pasaje: hora de comer, atienda instrucciones, abróchense los cinturones, les recomendamos estos productos.
El diario capítulo de nuestras vidas, hoy, nos obliga a redefinir nuestros personajes, posiblemente a rebuscar en lo más profundo de nuestro ser, ese perfil heroico, rebelde, proactivo, solidario, que busca y se compromete con la familia superviviente, que desprecia la tentación de vivir bajo la forma de cualquier ente parasitario, abúlico o cobarde, que genera proyectos para el futuro, que regenera una forma nueva e ilusionante de vivir, e inyecta esperanza y recrea oportunidades para generaciones venideras.
¿Mucha tarea? Quizá, mientras tanto hagámoslo, no vaya a ser que llegue el concluir de la serie y descubramos que estamos muertos, no será así, ya siento el fragor de mil batallas y la placidez del descanso y ocio compartido, y sé que no estoy solo.
"¡¡No me digas lo que no puedo hacer!!"
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