Al principio...


Vivimos, o así me parece, una época un tanto convulsa y necesitamos o mejor: necesito obligarme al ejercicio gimnástico, y no precisamente al estético sino al ético. Necesito hacer ejercicio de prudencia, de templaza, de fortaleza, de responsabilidad, de rigor, de entereza, aunque también de arrojo, de esfuerzo, de audancia, de ardor y de quién sabe cuantos otros "músculos" que pueda tener atrofiados. Este espacio, esta "quinta columna" tiene vocación de "banco gimnástico" y por más barbaridades que escupa o vomite, tibiezas por los que me deje llevar o lisonjas merecidas o inmerecidas regale, será mi cuerpo, será mi alma la que habrá de sufrir o gozar. ¿Religión, filosofía, salud mental? Que cada cual coja su "banco" o su cruz y participe con ilusión de la olimpiada de la vida.



viernes, 1 de junio de 2012

Segundo Siglo de Oro Español.



¡Albricias! ¡Alégrense! No era crisis, estamos en pleno “Segundo Siglo de Oro Español”. Y si no me creen acudan a nuestros clásicos, aquellos que retrataron de forma magistral a la sociedad de la época.  Si a la fecha el inmortal Cervantes hubiera de hacer crónica de actualidad, sólo habría de actualizar su  “Rinconete y Cortadillo” Abrumado se vería por el hasta donde se puede perfeccionar la “Cofradía de Monipodio”, aquel maestro de ladrones, golfos, delincuentes, bribones, prostitutas... que controla el comercio del robo en la ciudad y proporciona a cada miembro de la cofradía lo que necesita para cumplir sus funciones, y los protege; y que, con una parte del dinero de los robos cometidos les hace pagar velas para los santos y novenas para la virgen, de esta manera se creen buenos cristianos, y así cumplen todas sus obligaciones como creyentes. Los grandes autores de “El Siglo de Oro”, pusieron de relieve a una sociedad mezquina, hipócrita, cínica, ruin, pícara ... buena parte de ella empeñada en subsistir, mientras otra, ignoraba o pisoteaba con desdén a los que intentaban sobrevivir. Hoy, los patronos de las grandes cofradías financieras han superado y perfeccionado de forma exquisita a Monipodio, aunque sus tropelías no nos producen sonrisa amarga sino un infinito desaliento. A diferencia de aquel Siglo de Oro, hoy, no contamos con émulos de Velázquez, Lope de Vega, Góngora, Quevedo o Cervantes, aunque sí  reyes indolentes, validos corruptos, expulsión de los distintos, debilitamiento de la unidad territorial, débil política exterior, devaluaciones monetarias. Sí, hablo de entonces y también de ahora.
Publicado en Diario Jaén 1 de Junio de 2012


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