Al principio...


Vivimos, o así me parece, una época un tanto convulsa y necesitamos o mejor: necesito obligarme al ejercicio gimnástico, y no precisamente al estético sino al ético. Necesito hacer ejercicio de prudencia, de templaza, de fortaleza, de responsabilidad, de rigor, de entereza, aunque también de arrojo, de esfuerzo, de audancia, de ardor y de quién sabe cuantos otros "músculos" que pueda tener atrofiados. Este espacio, esta "quinta columna" tiene vocación de "banco gimnástico" y por más barbaridades que escupa o vomite, tibiezas por los que me deje llevar o lisonjas merecidas o inmerecidas regale, será mi cuerpo, será mi alma la que habrá de sufrir o gozar. ¿Religión, filosofía, salud mental? Que cada cual coja su "banco" o su cruz y participe con ilusión de la olimpiada de la vida.



viernes, 6 de agosto de 2010

Conmover y edificar.



Hay sucesos que conmueven y otros que edifican. Los cientos de acontecimientos vitales que la Semana Santa propicia son capaces, unos de conmover y otros de edificar. La conmoción es un mecanismo que obra sobre nuestros sentidos. Un escalofrío, una lágrima que se derrama, un nudo en el estómago, una risa incontenible, son algunas de esas reacciones que nos provoca el visionado, la atmosfera de una situación fuera de lo común o que nos rememora vivencias pasadas. La Semana de Pasión, cuanto menos, conmueve a un número importante de creyentes pero también seduce con especial embrujo a un buen número de seguidores a secas que reviven sus personales historias bajo el amplio y generoso paraguas de la Pasión y Muerte de Jesucristo. La Semana Santa en Andalucía apenas tiene indiferentes, el misterio de la vida y la muerte se interpreta en las mismas calles, y hasta los más escépticos se aproximan a la resurrección en el resurgir primaveral. Ahora bien, no todo el que se conmueve, aprende y edifica. Hay de los que se quedan extasiados observando una puesta de sol y jamás plantarán un árbol.

No hay comentarios:

Publicar un comentario