Al principio...


Vivimos, o así me parece, una época un tanto convulsa y necesitamos o mejor: necesito obligarme al ejercicio gimnástico, y no precisamente al estético sino al ético. Necesito hacer ejercicio de prudencia, de templaza, de fortaleza, de responsabilidad, de rigor, de entereza, aunque también de arrojo, de esfuerzo, de audancia, de ardor y de quién sabe cuantos otros "músculos" que pueda tener atrofiados. Este espacio, esta "quinta columna" tiene vocación de "banco gimnástico" y por más barbaridades que escupa o vomite, tibiezas por los que me deje llevar o lisonjas merecidas o inmerecidas regale, será mi cuerpo, será mi alma la que habrá de sufrir o gozar. ¿Religión, filosofía, salud mental? Que cada cual coja su "banco" o su cruz y participe con ilusión de la olimpiada de la vida.



viernes, 6 de agosto de 2010

Hacia el abismo



Las historias de ciencia ficción suelen comenzar recreando una situación social distinta a la habitual de los lectores. Siempre algún tipo de detonante especial provoca un cambio que explica la escenografía social y ambiental de la historia en cuestión. En algunos casos, los escritores de ciencia ficción han sido verdaderos profetas de situaciones venideras; en otros, sus hipótesis han sido superadas por la realidad. Todos podemos hacer conjeturas sobre el futuro. Muchos son los indicios que a lo largo de estas últimas décadas nos están dando información de cómo puede ser el mismo. Lo terrible es que parece que nadie desea saber de este, es como si corriéramos a un abismo y, aún a distancia, lejos de frenar, aceleraramos. Recursos y distribución son las únicas cuestiones sobre las que tendríamos que estar haciendo reflexiones profundas. El futuro ya está ahí, pero la ceguera y el egoísmo de algunos parece que nos condena a seguir corriendo al abismo.

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