Al principio...


Vivimos, o así me parece, una época un tanto convulsa y necesitamos o mejor: necesito obligarme al ejercicio gimnástico, y no precisamente al estético sino al ético. Necesito hacer ejercicio de prudencia, de templaza, de fortaleza, de responsabilidad, de rigor, de entereza, aunque también de arrojo, de esfuerzo, de audancia, de ardor y de quién sabe cuantos otros "músculos" que pueda tener atrofiados. Este espacio, esta "quinta columna" tiene vocación de "banco gimnástico" y por más barbaridades que escupa o vomite, tibiezas por los que me deje llevar o lisonjas merecidas o inmerecidas regale, será mi cuerpo, será mi alma la que habrá de sufrir o gozar. ¿Religión, filosofía, salud mental? Que cada cual coja su "banco" o su cruz y participe con ilusión de la olimpiada de la vida.



viernes, 6 de agosto de 2010

Hace más de un año predicando en el desierto




Pronto dará comienzo al Curso Escolar y Político. En situaciones de normalidad social -vamos, sin un paro galopante y sin temor a afrontar lo más básico, tal como es la subsistencia- el debate político comportaría pasión, excepticismo, hilaridad o tedio. Lo malo es que no vivimos en la normalidad y rara es la vez que cuando oímos a buena parte de la clase política no nos produce indignación o sonrojo. Vivimos en una situación dramática, y en la que -paradojicamente- los contendientes políticos sean del gobierno o la oposición, fervientes creyentes o ateos, cobran religiosamente por decirse sandeces los unos a los otros. Creo que son de la convicción que el electorado esta enfermo de estulticia. Si así no fuera, no sólo no dirían tantas memeces sino que, además, cada vez que abrieran la boca se les haría un nudo en la garganta a causa de la responsabilidad que tienen.

Estamos mal, aunque unos lo nieguen y otros lo maximalicen. Estamos mal, y seguro que todos estamos dispuestos a hacer esfuerzos, así que tengan la decendía de proponer cosas pensadas, responsables, equilibradas, justas y mojensen. Y si su riesgo los lleva a su puesto de trabajo, agradezcan el que tienen uno, y si no lo tienen, esa es su vergüenza no la responsabilidad de los electores, por tanto menos abusos para vivir ricamente instalados y sin problemas a final de mes.

Estamos mal, lo sabemos y sabemos aquello que tan sabiamente dice el refranero español “ella sola se murio y entre todos la mataron”. No queremos morirnos, no queremos hundirnos aún más en el fango de la crisis, pero reflexionen, Aquí no hay un sólo culpable: “entre todos la mataron”. Hagan algo ¡ya! Y cierren la boca, que no nos dejan ni oir nuestras hambrientas tripas.

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